2011-12-19

"Somos los desterrados hijos de Eva, expulsados del paraíso, estamos desde entonces, obligados a inventarlo…” Octavio Paz.

ESTA BIEN: ¡CREARÉ!
Mis ojos centellearon fuego. No tenía ya opción. Miré aún el río hirviente, los alaridos. ¡Ah! Padre, los alaridos.
Bien si en el infierno ya estoy instalada, entonces, abrazaré la naturaleza que me llama. Me arrastraron hacia aquí.
-No. Aquí perteneces Venz… sólo, necesitabas darte cuenta. Un ayudadita, un empujón.-
Volteé a ver a mi hermano regodeándose gozoso en su nueva condición y entonces estallé.

LA VOZ DEL PADRE: ¡CREA! CREA! ¡QUE PARA ESO HAS LLEGADO HASTA AQUÍ!

Alcé mis brazos, y de él salieron rayos furibundos, ojos negros, centelleando ébano y carmesí. Almas ardiendo, tomando de ellas la fuerza para darles vida, a estos innombrables, malditos, imperfectos personajes con aquel dolor que yo traía.

¡CREEEEEEEEA!

PON EN ESOS MISERABLES TODO LO QUE SIENTES. TU FURIA, TU DESESPERANZA, TU ABSOLUTO.

No esperes. No sanes, no abandones: ¡CREEEEEEA!

Entonces, todo aquello que siempre estuvo en mí, se liberó y me volví una Diosa, miré el último rastro de humanidad, aún en mis alas quemadas, aún en mi piel, y más profundo… donde alguna vez hubo un alma. Fue cuando solté el alarido, y lo primero que se formó ante mis ojos centelleantes fue la luna, como un espejo: Tu imagen.
Un suspiro profundo, llevar al extremo donde nada, nada refresca la esencia ardiente. Era poderosa. Tomo fuerzas de tu ausencia. Resolución y valentía del asombro: Más, Más de lo que alguna vez soñé. ¡Una Diosa! Más perfecta, más fuerte, más fiera, más libre, más intensa, tan real y posible, como cuando humana me asomaba a ti…

CREA, DIJO EL PADRE, CREEEEEEEEEA!

Lo miré rebelde. Él era el culpable. De todo. Él era el culpable de mi humanidad, de mi fijación por aquel mundo, de mi confusión por dejarme habitarlo como si perteneciera. Él era el culpable por arrastrarme hacia ti, por hacerme buscarte, por permitirme hallarte, por dejarme… Lo miro, y el sabor a sangre se intensifica en mi boca. Quisiera matarlo. Había cambiado mi naturaleza… no… sólo había puesto las condiciones para que ella misma se revelara sola. Lo odiaba. Lo odiaba porque me permitió rozar tu esencia una sola vez… hizo lo necesario para que renaciera en este ser perfecto que hoy se manifiesta:

¡CREEEA!

Para que compartieras conmigo esto. El odio, el dolor, el salvaje brillo rojo en las venas:
Cielos, mares, todo tipo de criaturas, la más terrible y abominable, a tu imagen y semejanza. Fuiste el último ser que cree. Te hice particularmente detallado. Todo, como te capturaba aún en mi mente, en el corazón. Hice un monstruo perfecto, oscuro, profundo, arrasado de infiernos porque quise SIEMPRE arder en ti, sin soltarte jamás. Te hice quien eres.
Y así fue hijo de EVA, como te creó la más poderosa figura demoníaca que ha existido, en recuerdo de lo único que supo sentir mientras vivía… tú…

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