2012-04-14

A estas horas de la locura Capítulo III

- Te va a encantar, es Ripper Reloaded.

Álvarez hablaba como si fuera a presentarle al ganador de un concurso musical.

- El hecho de no saber su nombre, su pasado, su historia. Esta es una oportunidad única de analizar las causas de una psique retorcida partiendo solo desde las consecuencias. Y él no va a facilitarte nada.


- Es el tipo de trabajo que me gusta Luis. Si no fuera así seria ingeniero químico.


Al doctor Simmons le intrigaba su paciente. Sin huellas digitales y sin parientes o conocidos (varias personas del edificio donde vivía declararon que no sabían que el departamento estaba ocupado) la policía no pudo corroborar nada. Todas las identificaciones (más de diez) eran obviamente falsas.

Así que la prensa, y todo el que se relacionaba con el caso, tuvo que aceptar llamarlo como había dicho llamarse realmente. Jame.

- ¿El nombre te dice algo?- Pregunto Álvarez en voz alta, como si hubiera preguntado antes sin recibir respuesta.




- El silencio de los corderos. Puede que indique algo, algo que crea sobre si mismo. Pero prefiero hablar con el antes de sacar conclusiones.


- Claro, claro. Dr. Simmons, el Texas Ranger del psicoanálisis.


Aunque de verdad lo apreciaba, Simmons hubiera preferido que Álvarez se ahorrara sus sobrenombres y comparaciones. A veces la gente que queremos es la que más fácilmente nos saca de quicio.

- Preferiría entrar yo solo, si no te molesta Luis.


- En absoluto. Que lo disfrutes.


El guardia del pasillo saludo a Simmons de modo cordial, tan acostumbrados estaban en el hospital a su presencia. Mientras le abrían la puerta trato de repasar la detención de quien seria su nuevo paciente (no se llama Jame).

La cobertura había sido tanta que sentía que lo había visto en persona.

La policía relacionaba en ese momento cuatro asesinatos e investigaba otros ocho que presentaban algunos puntos en común con el caso. Entonces apareció Ana.

Y apareció en la orilla de la carretera que unía a la moderna y caótica capital del país con el estado vecino. Tan cercanos uno al otro que nadie se tomaba la molestia de separarlos. El área metropolitana, así le llamaban.

A la orilla de la carretera no es tan común encontrar personas abandonadas. Al menos no tan común como los perros con marcas de llanta en el cuerpo. Ana era especial.

Pasaron bastantes autos. A veces la gente no mira hacia los lados.

¿Qué tan probable es que nadie vea un cadáver?

Cuando un joven estudiante que circulaba de regreso a su pueblo se percato del cuerpo se orillo y bajó, pensando que aun podía ayudar a la mujer.

El optimismo es un sentimiento sobrevalorado.

La policía se tardo quince minutos en llegar y dieciséis en inspeccionar el área. Nada de pistas.

Luego de veintitrés minutos de autopsia (facilitada por la horrible grieta en el pecho del cadáver) el forense descubrió un tubo metálico cuidadosamente colocado entre los órganos que quedaban.

Cuarenta y dos.

Era el número del departamento de Jame. Así había firmado el asesino la carta que se encontraba dentro del tubo.




Las grandes historias no empiezan con “había una vez…”; mas bien empiezan con “y entonces, un día…”.

Yo era una persona normal.

Y entonces, un día decidí matar el aburrimiento matando. Podría esconderme por años y ustedes nunca habrían ligado los asesinatos. Pero estaba empezando a aburrirme de nuevo.

¿Cuántos crímenes creen que cometí? ¿Cinco, seis? Ustedes no tienen ni idea, aquí hay algo grande.

Pero no quiero abrumar a nadie. Y, sobre todo, no quiero que piensen que soy grosero o mal educado. Les escribo con objeto de darles un regalo.

Calle Mache, unidad santo Tomas, departamento cuarenta y dos.

Desde el infierno, Jame.




Y allí estaba Jame cuando la policía llego.

Durante el juicio permaneció silencioso hasta el famoso incidente previo al veredicto.

La sentencia fue cadena perpetua en el hospital Crane.

Y allí estaba Simmons, recordando la carta leída en todos los noticieros, cuando el guardia termino de abrir la puerta.

El paciente lo miraba fijamente.

- Lo estaba esperando doctor. Desde hace mucho tiempo.

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