2012-01-23

LOS AMOS DEL TIEMPO


En la aguerrida estancia del abuelo, escucho su poderoso tic-tac. Alzo la vista y veo ese enorme reloj cucú, de madera  casi roja, labrada, con un detalle tan preciso que casi cae en lo absurdo. Pienso que en esa caja está contenido el tiempo. Cada movimiento suizamente calculado esconde el embrujo del instante que se fue. El cucú parece sacar vapor a cada hora en el que suelta sus campanadas y el ave avisa que otra hora más es historia. Pienso en el lugar de la espera, me doy cuenta que todos nos pasamos la vida esperando. Esperando que el tiempo suceda, y nunca sucede, porque el tiempo no existe.


Si comprendiéramos que cuando se toma en dosis leves, el tiempo no existe, nuestra visión sería distinta. Es solamente una medida que el hombre le puso al movimiento. La rotación de la tierra, las estaciones, el transcurrir de las horas. La oxidación de los cuerpos, la maduración, la vejez. Todo se le achaca a esta fórmula mágica. Tic-tac. El reloj biológico. Los tiempos muertos. La fecha límite, los calendarios, la época de siembra y de cosecha, la temporada navideña, vacaciones, fiestas, cumpleaños, aniversarios, conmemoraciones, récords, el día, la noche, ese segundo que te quitó el aliento… ¿Cómo el ser humano puede depender tanto de algo que no existe?
Y como no existe, nunca tenemos tiempo, y aún así, lo desperdiciamos. El tiempo es solo movimiento. Y el Tic-tac del reloj, me mantiene divagante. ¿Cuánto nos queda? Vienen a mi mente los hombres grises de Momo, que Michael Ende con su increíble maestría marcó como ladrones del tiempo, que se fuman las horas de las víctimas de sus fraudes temporales. Pienso también en esa locura de película, donde las horas son dinero, y si se te acaba el tiempo, te mueres. Si eres rico, puedes ser inmortal, y jamás envejecer….
El cucú distrae mis pensamientos. Los mayas han dicho que este año todo termina. La olla express de madera, sigue su ritmo con increíble exactitud. ¿Cuánto nos queda? ¿Hacia dónde vamos? Empiezan las campanadas y todo el simpático ritual de mi amigo alado. Dicen que nunca se ha detenido. Es viejo y hermoso, único, y huele a madera fresca, como leña recién cortada. Su olor no encaja con su majestuosidad. Es un cucú bizarro, queriendk contener en sus entrañas, algo que no puede detenerse, y dejándolo filtrarse gota a gota, como cuando quieres retener entre tus dedos la arena. ¿Serán los relojes los amos del tiempo o sus esclavos? ¿Y nosotros? ¿Somos dueños o sirvientes?
El tiempo es movimiento, TIC-TAC, y el siempre no existe. ¿A dónde nos llevará abrir los ojos? ¿Algo cambiaría?
………………………………………………………………………………..…………..EL EXTRANJERO.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario