2012-07-05

El viejo PRI


Repantigado en el mullido sillón de su amplísimo estudio, Gil pensaba en la “partícula de Dios” y el viejo PRI. Primero la ciencia: la partícula Higgs sabe Dios qué sea, pero es muy importante. Medio siglo después de conjeturas sobre su existencia se ha descubierto esa partícula mediante la cual se conoce un poco mejor el Universo. Para eso fue necesario, leyó Gil en su periódico El País, construir el más potente acelerador de partículas. Dicho en lenguaje sencillo para quienes no tienen el conocimiento científico de Gamés, oh, sí: el Higgs ayuda a explicar por qué existe la masa de las partículas elementales. Si el electrón no tuviera masa, por ejemplo, no se formarían los átomos, y sin átomos no habría estrellas, ni planetas ni personas. Nada de nada existiría, ni siquiera el viejo PRI.

Un amigo que no malquiere a Gamés ha llamado su atención sobre el viejo PRI. Como si fuera un acelerador de partículas, Gilga llegó a la conclusión de que ciertamente hay varios viejos pris, pero uno sobre todo: el del PRD y los más conspicuos miembros del liópezobradorismo. Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y caviló: aquí hay sencilleces que parecen complejidades.

Veamos: en 25 años, ¿a cuántos candidatos ha presentado la izquierda para las elecciones presidenciales? A dos. A quiénes: A Cuauhtémoc Cárdenas y a Liópez. ¿De dónde vienen?: del viejo PRI. ¿Estamos? No sería improbable que alguien escribiera dentro de seis años que en 31, tres décadas, la izquierda ha propuesto a sólo dos candidatos a la presidencia.

Gil volteó por aquí y por allá y vio mucho viejo PRI: Ricardo Monreal, coordinador de la campaña de Liópez y sus impugnaciones, ¿de dónde viene?, de allá, del PRI. Porfirio Muñoz Ledo: Gamés se pone de pie y se quita el sombrero. Don Porfirio ha sido de todo y sin medida, parte del cámbrico priista, del ancien régimen, de lagauche divine, de todos los tiempos priistas. Ahí estaba el tribuno Muñoz, en la primera fila de butacas, cuando Liópez dijo que impugnaría la elección.

Manuel Camacho, priista de antaño y hogaño, cercano colaborador de Carlos Salinas, regente de la Ciudad de México, Secretario de Relaciones Exteriores: agua priista que ya corrió. ¿O no? Ahora mal: Marcelo Ebrard, secretario general del Departamento de Distrito Federal a principios de los noventa. A esto se le llama priismo de fuste y fusta. Cierto: Ebrard renunció a su candidatura a la Jefatura de Gobierno por el Partido del Centro Democrático en favor de Liópez. La de cosas que recuerda Gilga al abrir la puerta de Wikipedia.

Manuel Bartlett Díaz: Gil se pone de pie, se quita el sombrero y se da una machincuepa doble. ¿Será necesario recordar las andanzas de Bartlett y el sistema caído y su rubicundo priismo? La defensa que hizo Liópez de Bartlett para postularlo como senador ahí queda para la historia del humor mexicano.

No se vayan por piedad, esperen un poco, un poquito más. Arturo Núñez, flamante gobernador del estado de Tabasco, apoyado por Liópez en su patria chica, ¿de dónde viene? Pues del PRI, de dónde más. Una de las primeras declaraciones de Núñez después de ganar la elección: “Desmantelar el priato, esencial para Tabasco. Mi lealtad estará siempre con AMLO, gran líder de México”. Suena raro lo de priato, pero no paremos en naderías.

Gil caminó sobre la duela de cedro blanco con las manos entrelazadas en la espalda: ¿éstos son algunos de los personajes de la izquierda mexicana? Caracho. Nadie pide que el mundo sea esclavo de su identidad, pero la verdad (ad-ad) esto parece, más bien, un retrato de una parte del viejo PRI. Por estas escuetas razones, no cuenten con Gil para el cambio verdadero. ¿Cómo la ven?, sin albur.

La frase de Jean Paul Sartre espetó dentro del ático: “Incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no paran de demostrarlo”.

Gil s’en va

gil.games@razon.com.mx
Twitter: 
@GilGamesX

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