2012-07-05

Show time, folks!


Gil Gamés
 
Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil recordó que el escritor Eliseo Alberto se encrespaba siempre que le hablaban del pueblo y de la salvación del pueblo: a mí ese perro ya me mordió, decía con una cuba en una mano y un cigarro en la otra. Se refería a la dictadura cubana. Gamés recuerda a Lichi mostrando el mundo en la palma de su mano. En cuanto Liópez dijo que impugnará las elecciones porque los comicios son una vergüenza nacional, Gil dijo: a Gamés ese perro ya lo mordió hace seis años. De nuevo: el conflicto político, el incordio, la mentira, la división, la intriga.

Vestido con un traje gris, al mal tiempo buena cara, una corbata perla refulgente, el pelo canoso sobre la frente, el gesto imperturbable, Liópez se despachó con el cucharón y luego volcó las ollas: “La elección, a todas luces, no fue ni equitativa ni limpia. El candidato del PRI usó dinerales, miles de millones de pesos de procedencia ilícita, y rebasó por mucho lo permitido por la ley, al mismo tiempo que fue patrocinado en exclusiva por la mayoría de los medios de comunicación”. Gil se mordió un nudillo y dijo: Show time, folks! Empieza el sainete.

Analistas (gran palabra) del mundo en que vivimos sostienen que Liópez ha sacado de su bolsillo las monedas legítimas del derecho a impugnar una elección. Buenas noticias. Felicidades. El autoengaño suele ser el azadón de la fogata. Leeremos a estos amigos declarar en los próximos días que Liópez se ha descompuesto. Gil no se quiere poner pesado, pero Liópez ha descalificado toda la elección, al IFE, a los ciudadanos que participaron en la organización, y al que se le atraviese en el camino, como los periodistas que no le hicieron preguntas a modo en la conferencia de prensa a la que citó el candidato en el Hotel Sheraton.

Un coeur simple como el de Gamés pregunta: ¿si la elección fue fraudulenta, las victorias de la izquierda también lo son? ¿Hay sospechas de que la victoria estrafalaria de Mancera en el DF sea un fraude? ¿Los delegados? ¿Los diputados y senadores? ¿Los ganadores de los estados de Morelos y Tabasco? ¿No? La selectividad de los malos para hacer fraude le pone a Gamés la gallina de carne. Mecachis. Estos estafadores son unos bárbaros: córcholis, saben dónde, a qué hora y con quién.

Liópez al micrófono: “Los que votaron por Peña Nieto, los que no padecen pobreza, lo hicieron porque apostaron por conservar el régimen de corrupción. Es muy duro lo que estoy diciendo, pero así lo hicieron”. Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y caviló: de los casi 19 millones de personas que votaron por Peña Nieto, la mayoría votó, según Liópez, porque son corruptos. Entre tanto, los 15 millones y medio que votaron por él son ejemplo de rectitud. Como decían los cómicos: ¿Qué nos está pasando, Laureano? De verdad, ¿hay quien se chupa el dedo con estas patrañas? Malas noticias: sí, y muchos.

Así las cosas (gran muletilla), el regreso de Liópez ha remecido otra vez a la vida mexicana. En el camino del chantaje se gastará el capital de la izquierda, cuyos resultados fueron extraordinarios. Liópez se gasta lo que le da la gana, faltaba más y si no, ¿qué o qué? ¿Tongazo, Liópez? Gamés caminaba sobre la duela de cedro blanco con la manos entrelazadas en la espalda: una pregunta recorre las redacciones de los periódicos, las sobremesas de muchas casas mexicanas: ¿por cuántos votos es preciso ganarle a Liópez para que acepte la derrota? Olvídenlo, Liópez no pierde nunca, ni cuando pierde. En serio: qué monserga.

La máxima de Antonio Caso espetó dentro el ático: “En cuanto a mí, entre las masas y las misas, me quedo con las mozas y las musas”.


Gil s’en va


gil.games@razon.com.mx
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@GilGamesX

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