El principio del programa Tercer Grado con Liópez fue una caricia de seda. Entre los seguidores de Liópez en el twitter se había impuesto la imagen de un Daniel en el foso de los leones. Agradezco el doble tu asistencia a este programa, Andrés Manuel, dice Leopoldo Gómez, vicepresidente de Noticieros Televisa. Me gustaría, si me lo permiten, mostrar algunas gráficas en las cuales ilustramos la cobertura de los candidatos en esta casa. En fin, usted primero; cuidado, no vaya a tropezar, cuando usted diga, no se moleste. Un vals.
Con la novedad de que Liópez va adelante en las preferencias electorales por dos o tres puntos según una misteriosa empresa que realiza encuestas en exclusiva para él, faltaba más. Hay una probabilidad de que ante el espejo, Liópez se pregunte cada mañana: ¿cómo vamos, señor? Mejor que mejor, me informo a mí mismo que llevamos la delantera, vamos arriba. Por cierto, qué buenos encuestadores, ¿quién los contrató? Usted, señor. Liópez se retira del espejo y pasa a trabajar como Dios manda en la campaña. Les digo, revela Liópez: los patrocinadores de Peña se han puesto nerviosos, viene la guerra sucia y luego el fraude.
Los periodistas de Tercer Grado: caras impacientes, gestos de ansiedad, risas no tan nerviosas. Adela tuvo un leve ataque de histeria que fue controlado por el doctor, Gil se refiere a Leopoldo Gómez. Aunque, bien pensado, en estas emisiones un médico no sobraría. Vamos a un corte y a que el médico le dé Tafil a Adela; una inyección de vitamina B para Carlos Loret, o se nos duerme; Trental para Liópez, este medicamento sirve para adelgazar la sangre. Denise Maerker se liberó de los sofismas de Liópez y le puso enfrente dos o tres asuntos grandes como elefantes que Liópez no vio, ¿quién vio un elefante? Nadien.
Con las encuestas no hubo modo de intercambiar opiniones. Según Liópez, cuando no le favorecen, las copetean; ¿seis reconocidas casas encuestadoras se ponen de acuerdo?, pregunta Carlos Marín. Liópez se tira a la lona desde la tercera cuerda: la casa juega y ustedes simpatizan con Peña. Hablando del IFE tampoco hubo forma de intercambiar algunos puntos de vista. Una institución secuestrada por los partidos. Liópez cree en los ciudadanos, en otros ciudadanos, no en los que probadamente integran al IFE. Mon Dieux: c’est inutil!Gamés farfulló: cómo ha cambiado Liópez, ahora no sólo es idéntico a sí mismo, sino que a la honestidad le ha agregado dos kilos de moral.
Carlos Loret intentó polemizar sobre la pobreza con los números del INEGI y del CONEVAL. Liópez no da crédito alguno a estas instituciones. Con la novedad de que él tiene otros números. Gilga se acordó de aquella máxima que dice que no tiene sentido arrancarse los pelos en momentos de desesperación, como si ésta pudiera ser aliviada por la calvicie. En un momento culminante, López Dóriga le pregunta al candidato si aceptará los resultados del IFE después de la elección. Como digo que sí, digo que no.
Después de una hora y media de programa, Gamés veía bizco. Ah, el renacimiento moral del país y el líder capaz de encabezar ese renacer. Yo soy ese líder, dice Liópez. Como decía la extinta madre de Gil: ni se afanen, la conclusión del programa es muy clara, a partir del primero de julio en la noche habrá bronca, protesta, conflicto, impugnación de Liópez. Al tiempo lo hablamos.
Los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Bandejas de Glenfiddich se ven en el horizonte. Mientras pasa el primero por el gañote, Gamés le pedirá a esta máxima de Robert Burns que espete: “¡Ah, si nos fuera dado el poder de vernos como nos ven los demás! De cuántos disparates y necedades nos libraríamos”.
Gil s’en va
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